Open House!

Antes de empezar a detallar cómo funciona el sistema educativo americano, y qué estamos haciendo esta semana antes de comenzar con los peques el lunes próximo, me voy a permitir el lujo de saltarme ese episodio para expresar todo lo vivido hoy en el Open House.

Lo primero de todo, para aquellos que no sepan lo que es, (igual que me ocurría a mi antes de llegar aquí), se trata de dar la bienvenida a los alumnos y a las familias, recibiéndolos en el aula, para que conozcan a sus profes, establezcan las primeras relaciones, etc. Es una manera de intentar reducir los miedos y nervios de los niños por el primer día de clase.

Sin embargo, a decir verdad, aunque esto ayuda a los niños, a mi me ha provocado mucha ansiedad. Toda la semana he estado bastante nerviosa, preguntando a mis compañeras por cada papel que nos daban. Aunque todavía no he hablado de mi equipo de grado (segundo), adelanto que me siento muy afortunada de poder formar parte de este grupo.

Tras una mañana de ajetreo, colocando documentos en las carpetas, comprobando que todo estuviera en su sitio, haciéndonos la foto de todo el staff del cole y repasando junto al Principal los últimos detalles del evento, tocaba relajar un poco la mente para estar preparada para la gran tarde.

Hago un inciso aquí para hablar de un documento que hemos entregado que me ha parecido muy interesante pues nunca lo había tenido que hacer: la carta de presentación. Se trata de explicar brevemente tu vida profesional para que las familias te conozcan y sean conscientes de la formación y experiencia docente de sus hijos. Me ha gustado esta idea pues creo que transmite tranquilidad a los padres. Algo que siempre nos quejamos en España es de que el éxito del curso escolar del niño depende en gran medida de la suerte que tenga con el maestro/a que le toque, el cual, hasta mediados de año, no se conoce plenamente. Con esta carta se demuestra la preparación que tenemos, otorgando mayor autoridad y respeto al mismo.

Y ahora sí, continúo con la experiencia. Las 4 y cuarto de la tarde, en 45 minutos empezarían a llegar las familias. Respiro profundo y miro por la ventana de la clase: una gran tormenta con fuerte lluvia me hace pensar que quizá pocos padres se atrevan a salir de casa. Pero todo lo contrario, a las 5 empiezan a llegar a la clase mis alumnos acompañados de sus familias; padres y abuelos con la misma ilusión que yo por conocernos y hablar un poco de nuestras vidas.

A pesar de mi miedo a no entender su inglés o no saber expresarme, poco a poco consigo relajarme y lo que yo creía que me iba a provocar mucha ansiedad, se convirtió en algo entretenido e inolvidable. Eso sí, la botella de agua me la terminé en la primera media hora.

Me ha encantado la diversidad que tengo en mi clase (en total tengo 41 alumnos, 20 un día y 21 otro; ya explicaré en el siguiente post cómo se trabaja en este sistema). Con unos padres hablaba en español y con otros en inglés. Todos muy diferentes pero si algo tienen en común es que todos han mostrado las ansias por conocerme, transmitiendo muy buena energía, ofreciéndose a colaborar conmigo, tanto en el aula como comprando lo que necesite.

Y qué decir de los niños. Todos con sus sonrisas, deseando que llegue el lunes para comenzar, y aunque la mayoría de ellos debido a que no han practicado nada de español estas vacaciones, a preguntas básicas me respondían con "no entiendo", pero siempre con ingenio y haciendo uso del lenguaje corporal, hemos conseguido entendernos. No los conozco de verdad y ya me han conquistado.

Se que va a ser un reto enorme, pero me siento preparada. RETO Y AVENTURA van a ser las dos palabras que más voy a usar este año. ¡A por todas!

Comentarios

Entradas populares de este blog

¡Feliz 2020!

El sueño se hizo pesadilla

Mi nueva escuela