Llegada a los Estados Unidos

El 28 de Julio llegó. A las 9 de la mañana ya había facturado y pasado todos los controles. A las 10:20 mi vuelo salía hacia Nueva York. Decidí no pensar mucho en ello, pues sentía que los nervios y la ansiedad iban inundando cada vez más mi cuerpo. Así que escogí hacer más corta la espera entreteniendo mi mente leyendo el segundo libro de "La villa de las telas."

Recuerdo que el momento del despegue me provocó mucho vértigo. Nunca he tenido miedo a volar, al contrario, pero ese día, el temor no era por el avión, sino por la nueva situación que se acercaba: Mi nueva vida en Estados Unidos. 

9 horas dan para mucho... Hasta pensé que al llegar, iba a coger un vuelo de regreso a casa. ¡Quién me mandaría meterme en esto! ¡Con lo "agustito" que estaba en mi cole, en mi pueblo!  Pero seguí, llevada por la inercia del momento, esperé las cinco horas, pasando los odiosos controles de inmigración del aeropuerto de Nueva York. Aunque debo agradecer ese momento, pues observando las caras de las personas que pasaban a mi alrededor, las sonrisas de los turistas, las lágrimas de los reencontrados, y caras serias como la mía, conseguí acelerar las horas del reloj y me vi de nuevo haciendo cola para embarcar en el avión que me llevaría a Raleigh. 

Tras una hora de vuelo llegué al destino y allí miembros del equipo de Participate estaban esperándome con el típico cartel en las manos y solo con una sonrisa y un gran abrazo consiguieron que de pronto se me olvidaran esos miedos y esa tristeza que me había acompañado durante todo el largo trayecto. Así que desde aquí, GRACIAS, GRACIAS POR ENTENDERNOS. 

Durante toda la semana estuvimos en el hotel Sheraton Imperial asistiendo a un curso sobre el sistema educativo americano, estándares, metodologías, etc. Una semana que siempre quedará en mi memoria, pues allí se forjaron amistades intensas y para toda la vida. 

El viernes 2 de Agosto, un autobús nos trajo hasta nuestro nueva ciudad Concord. Y ya sí, aquí comenzó la verdadera aventura. 





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